Deuda pública española, ¿la nueva burbuja?

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De los últimos 4 presidentes de gobierno comparados en este análisis, Rajoy con 4,3 años en el cargo –su segundo período aún por decidir- es de lejos quien más endeudó al país por año de servicio con 135 billones de Euro.

Mientras que otros países dentro del privilegiado grupo de cabeza  (Alemania, Dinamarca y USA) supieron navegar con éxito la crisis y mantener su calificación máxima, en el caso español, el resultado fue la degradación de hasta 8 escalones la calificación de su riesgo soberano, un decepcionante Baa2, más cerca del bono basura que de la máxima nota. Este apalancamiento deja escaso margen de maniobra para financiar futuros déficits.

Con el ratio Deuda/PIB en 140,5% -su más alto nivel en la historia-, la situación actual bien pudiera ocasionar el que, nuevas políticas de aumento del gasto público financiadas con más deuda provoquen un encarecimiento notable de los intereses a pagar con el consiguiente efecto perverso de reducción del gasto social, y las incertidumbres añadidas respecto al repago de la deuda y el alivio de su carga a las próximas generaciones.

Entender el significado de las calificaciones de riesgos soberanos y su influencia directa en la planificación de las políticas monetarias y fiscales, debiera ser asignatura de obligado conocimiento por quienes asumen las más altas responsabilidades de gobierno, sea este de la nación, comunidad autónoma o municipio.

Así mismo comprender que las decisiones políticas que implican gasto e inversión públicas han de financiarse con apelación, bien al contribuyente vía impuestos, y/o a los mercados financieros vía emisión de deuda, exige prestar la máxima atención y diligencia al mantenimiento responsable de la deuda soberana dentro del Grado de Inversión, su zona de confort. Fuera de esta zona, la apelación a los mercados de capitales, resulta misión casi imposible y siempre muy costosa. Los mercados en este mundo globalizado aplican sus propias reglas, el prestar es un acto voluntario del prestamista hacia quienes demuestran solvencia, nada más.

Pretender que la política y los políticos impongan sus reglas contra las del propio prestamista, es ignorar la “mano invisible” de los mercados y cómo los mercados se gobiernan a sí mismos en la canalización de los recursos financieros que les son confiados.

La formulación de políticas de gasto público no confiere automáticamente el derecho a, ni la obligación de, préstamo por los mercados financieros.

Constituye pues máxima responsabilidad del gobernante la aplicación de una prudente gestión de las finanzas públicas, gastando menos y más sabiamente.

 

Sólo hay dos medios de pagar las deudas: por el trabajo y por el ahorro.”

Thomas Carlyle

 

“Que en amigotes de los que hay ahora, ni deuda ni mujer está segura.”

Lope de Vega

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