Jubilación activa – una reforma necesaria y urgente

Retirement

Actualmente vivimos más y en mejores condiciones. En los últimos 20 años, la esperanza de vida de los hombres españoles se ha prolongado en 5,6 años, es decir, hasta los 80,1. Y por su parte, la de las mujeres en 4 años, hasta los 85,6. La longevidad está aumentando, y se calcula que llegará a los 100 años hacia el año 2060.

Hoy vivimos más y mejor gracias a los avances que nos proporcionan una mayor calidad de vida. Esta se refleja en unas mejores condiciones de salud, una educación universal, alimentación mejor y más completa; además, es visible en importantes progresos en la medicina, en el desarrollo tecnológico y sus aplicaciones y en general, en confort en nuestras vidas. Todos ellos son factores que facilitan vidas más largas, pero junto a todo esto surge la pregunta, ¿Jubilación activa? ¿En qué condiciones? De una forma muy sencilla: conciliando la percepción de la pensión a la vez que la práctica de un trabajo remunerado.

Al tiempo que vivimos más, la corriente en los países desarrollados -incluida España– es la de prolongar la vida laboral, posponiendo la fecha en que se adquiere el derecho a percibir la pensión a cargo del estado. Y esto, más por razones de deficiencia estructural de los sistemas de pensiones públicas -ingresos insuficientes para hacer frente a los pensionistas más longevos- que por un interés expreso por parte de los poderes públicos en que la población, siga contribuyendo con su trabajo a la creación de valor y utilidad social.

En el caso español, el favorecimiento de la continuidad laboral de los trabajadores con derecho al disfrute simultáneo de la pensión de jubilación, ofrece una mediocre solución al problema: limita a 9.906 euros/año la percepción de un trabajo remunerado compatible con la pensión. Un absurdo límite que poco resuelve en la lucha contra pobreza a la que se enfrentan los pensionistas, cuyas pensiones apenas crecen en tanto la voraz actuación recaudatoria de los poderes públicos, cercena severamente año a año, el modesto bolsillo de los casi 8,6 millones de pensionistas españoles.

Asimismo, merece una reflexión la justa conciliación de la percepción de los derechos de propiedad intelectual con la pensión causada. Y es que colectivos tales como autores literarios, músicos, inventores y creadores en general, se ven injustamente obligados a elegir entre percibir sus derechos de autor o su pensión, constreñidos a sacrificar los unos o la otra, lo que supone una inadmisible intromisión de los poderes públicos en la determinación de las rentas de las personas y su voluntad para mantener o mejorar su bienestar presente y futuro con su propio esfuerzo. Esfuerzo que en nuestras sociedades democráticas se configura como inalienable derecho al trabajo digno.

A mayor abundamiento, la percepción de rendimientos del capital (intereses del ahorro, dividendos por acciones, etc.) que son compatibles con cualquier otro tipo de renta, proceda ésta del trabajo activo o de la pensión causada, supone una muestra más de la incongruencia gubernamental respecto al tratamiento que reciben los derechos de autor.

Trabajarás con el sudor de tu frente, hoy en día, más que una maldición en el contexto de las sociedades avanzadas, debiera constituir precisamente una bendición, la que lleva consigo la suerte de poder ganarse la vida. Se trata más bien de disfrutar de la oportunidad de trabajar, sea por cuenta ajena o propia, a la par que con ello contribuir a su propio beneficio que redunda en el de la propia sociedad.

Compatibilizar trabajo y pensión debiera serlo sin restricción ni rebaja alguna, más allá de los términos temporales hasta alcanzar la edad y años totales de cotización que son los causantes del derecho a pensión. Muy al contrario de lo que permite la actual legislación española, en un alarde de rancio paternalismo permanentemente inclinado a condicionar hasta el último detalle la vida en libertad de los ciudadanos. Toda una declaración de principios por parte de nuestros gobernantes: atentar permanentemente contra la condición de ciudadanía económica de la que hemos hablado en artículos anteriores, quizás alimentado por la perversa idea de que vale más un pensionista muerto que activo y disfrutando de su vida a su real, pacífica y libre manera.

Nuestra propuesta, por tanto, es la de facilitar una jubilación activa para toda persona que libremente lo desee y el mercado acepte. Permitir la coexistencia de una pensión y una remuneración del trabajo, ambos compatibles y sin restricción alguna, como derecho pleno reconocido al ciudadano, promovido y protegido por los poderes públicos. Por supuesto, un trabajo sujeto a tributación y cotización a la seguridad social que desincentive la tentación del trabajo sumergido.

En resumen y en términos de Economía Circular, una jubilación activa integral que permitiría extender el ciclo económicamente activo y mejorar las condiciones de vida de un buen número de los 3,1 millones de jubilados en la franja de edad entre los 60 y 74 años. Un colectivo éste, que acumula experiencia y conocimiento valiosos, algo que nuestra sociedad cada vez más tecnificada y robotizada, está perdiendo en perjuicio de los más jóvenes que una vez superada su época estudiantil, apenas consiguen oportunidades de adquisición del conocimiento experto que nuestros mayores atesoran fruto de su dilatado desempeño laboral.

miguelsdp@gmail.com

 Licencia Creative Commons

2 Comments

Deja una respuesta